Ayer estuve en Kosmopolis, esa fantástica fiesta cultural en la que la literatura es el punto de partida (pero que ofrece tantas, tantas cosas más…). A pesar del viento y la lluvia, los numerosos participantes en el hall estaban ansiosos por escuchar al escritor Alberto Manguel y su lectura sobre Alicia en el País de las Maravillas de Lewis Carroll, que cumple nada menos que un siglo y medio. Bajo el título de  «Alicia y los sueños de la razón», Manguel compartió su lectura e interpretación de un relato que sigue sorprendiéndonos desde hace tanto tiempo.

Fue muy interesante, pero sobre todo emocionante: con su profunda voz y cadencia, el escritor nos contaba un cuento sobre las posibilidades de sentido de Alicia, que aún hoy son casi infinitas. A partir de la idea de que la protagonista, como Hamlet, se pregunta sobre la identidad y su lugar en el mundo, siempre entre el sueño y lo «real», Manguel compartió unas observaciones geniales: Alicia es mucho más práctica que Hamlet, ya que «sueña con los pies en la tierra» (frase de un escritor asturiano, Xuan Bello, que una participante citó en la parte de preguntas y respuestas). Alicia es operativa: sabe que debe comprobar que lo que come o bebe no es veneno («porque Alicia es lectora, y ha leído historias de cosas terribles que les han pasado a otros niños por no ser precavidos», aclaró Manguel). También tiene una gran capacidad de reflexión: gracias a sus aventuras, nota que la identidad puede ser algo flexible, que parece definirse por cómo los demás nos ven; sin embargo, elige que esa definición sea de su agrado (sino, prefiere quedarse bajo tierra «hasta ser otra»).

Un participante preguntó de qué se reía el gato de Chesire, que le hacía compañía a Manguel en la proyección de detrás; cuando otro asistente dijo «Lo que a mí me llama la atención desde que vi la convocatoria de Kosmopolis es que festejemos el cumpleaños de Alicia, cuando lo que yo recuerdo son los ‘incumpleaños’ del libro», Carlos Scolari, que estaba escuchando la charla, dijo «De eso se ríe el gato.» Final ideal para una fiesta que casi empezó apenas un poco más tarde de la hora del té.

Bonus track: Le preguntaron también por las adaptaciones al cine, y eligió la de Walt Disney de 1951 como la mejor, y la de Tim Burton («que cree que necesitamos interpretaciones freudianas») como la peor. Walt Disney adoraba la historia de Alicia e hizo varias cosas antes de llegar a la película de animación. Aquí, Alice’s Wonderland (1923), un film mudo que cruzaba animación y una niña actuando, dentro del proyecto «Laugh-O-Grams»:

Bonus track 2: Manguel dijo, citando a Melville, que el Pais de las Maravillas (Wonderland), «no está en los mapas, porque los lugares verdaderos no lo están». Y unos «filósofos desempleados» diseñaron el pasaporte para llegar…

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *