“El apunte” es una sección de escritos, artículos, reflexiones y alguna otra cosa que se le ocurre a Gabriela Pedranti.
Debo haber leído algo de Tzvetan Todorov por primera vez cuando tenía 19 años. Me fascinó su manera de pensar los grandes temas de la humanidad a partir de lo cotidiano, entendiendo (y explicando) cómo se relacionaban las grandes ideas con los que nos pasa al resto de los mortales, día a día. Veinte años después, tuve la suerte de escucharlo en vivo y directo. El lunes pasado abrió el ciclo de conferencias Virtuts (Virtudes) en el CCCB de Barcelona. Llegué a la recepción a las 19.17 y justo delante de mí, estaba Todorov. Me sonrió y se dirigió hacia las oficinas del centro cultural.
El recinto
La conferencia se realizó en el teatro del CCCB, un espacio diáfano y enorme, que estaba totalmente lleno de gente antes de empezar (los más rezagados miraban expectantes los pocos asientos que -con suerte- estaban desocupados…)
Las presentaciones y el recuerdo
El encargado de presentar al invitado fue el editor Joan Tarrida, que lo hizo mediante un completo recorrido sobre la obra, intereses e influencias de Todorov. El pensador habló sobre una virtud bastante olvidada en los tiempos que corren: la moderación. Y sorprendió a varios con una anécdota sobre un jugador del Barça para iniciar su intervención («Si hasta los jugadores del Barça vienen al CCCB, la partida está ganada»). También recordó y agradeció a Josep Ramoneda, director de este centro desde su origen y por más de 18 años, recientemente sustituido en el cargo, lo que provocó una verdadera ovación por parte del público.
La conferencia
A partir del concepto griego de «hubris» (o desmesura), Todorov recorrió ejemplos recientes en las que esta actitud ha marcado destinos: la caída del comunismo, la guerra de Irak, las consecuencias del 11-S… Y observó algo que pocos dicen tan claramente: el autoproclamado papel de Estados Unidos como «policía del mundo», ejemplo máximo de desborde. Según esta mirada, tienen derecho a intervenir en cualquier sitio, debido a esta misión especial… «El uso de la fuerza está justificado por razones humanitarias» (!!!). Todo vale para «transformar» en democracias a los países con distintos (malos) regímenes, bajo el halo de este mesianismo político.
El creciente individualismo – que va destruyendo las virtudes entendidas como hecho social- ve renacer los ultraliberalismos europeos, que -desafiando la tradición humanista del pensamiento del viejo contienente- que reducen la sociedad a la suma de las personas que la conforman. De esta manera, el mercado impone su reinado exclusivo y el ultraliberalismo resulta una imagen invertida y simétrica del totalitarismo. Se olvida así que lo interhumano funda lo humano y que por lo tanto, el hombre no debería ser considerado como un ser solitario.
La eterna necesidad de pertenencia a una determinada identidad, como elemento aglutinador, y el crecimiento de la xenofobia y las derechas extremas en Europa, responden a estos nuevos tiempos, en los que solemos olvidar en que todos somos potencialmente extranjeros. Recorriendo los argumentos de los discursos populistas, llegó a la concusión de que -mediante la ignorancia de la complejidad de las sociedades- el equilibrio de la verdadera democracia se ve amenazado por la hipertrofia de ciertas caracterísiticas sobre otras. Y si bien no es fácil retomar el camino para recuperar las reglas que organizan la (buena) vida en común, Todorov afirmó que no pierde las esperanzas. Lo que no es poco.
El resumen de la charla (en el que se puede participar a partir de las sugerencias y opiniones del invitado) aparece en el blog del CCCB.