Uno de los mejores descubrimientos que hice desde que vivo en Barcelona (ya más de una década) fueron las librerías La Central. La del Raval, inaugurada hacía poco en un antiguo convento de ese barrio, la de la calle Mallorca, donde además me encontré con Rodrigo Fresán para entrevistarlo, la del Teatro Lliure (en la que pasé los intervalos de la maravillosa adaptación teatral de 2666, la novela de Bolaño), la del MACBA… Incluso, hace unos años, en Madrid, la del Museo Reina Sofía, donde tenían una reciente publicación sobre el Guernica… Pero ayer pude ir a la de Callao, también en Madrid. Es increíble: un palacete reciclado, muy cerca de donde trabajé cuando vivía en esa ciudad, que abre las puertas a un mundo mejor, sin dudas. Las escaleras, las paredes, incluso los souvenirs están elegidos para una experiencia completa. Tiene una sala de lectura, como la maravillosa Shakespeare and Co. de París, luz natural y una organización por secciones muy clara (algo que siempre agradezco a todas estas librerías; en general su clasificación y selección de temas coincide con la que tengo en la cabeza…)
Además, hay una sección de deportes y fútbol (acertadamente llamada «Football Inn»; con un futbolín para el que quiera jugar) y una pared empapelada con cartas de diversos escritores, de su puño y letra. También tienen un pequeño bar («El garito») y un restaurante («El bistró»).
Aquí les dejo algunas imágenes que —cual turista literaria en su mundo ideal, hasta con libretas de Alicia en el País de las Maravilllas— saqué emocionada.
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