“El apunte” es una sección de escritos, artículos, reflexiones y alguna otra cosa que se le ocurre a Gabriela Pedranti.

El coraje puede parecer una virtud que se confunde -en principio- con la valentía. Sin embargo, Jacqueline Bhabha diferenció claramente los conceptos (a lo largo de su charla y en respuesta a una pregunta en el momento de debate). Me gustó una frase que creo que sintetiza esa diferencia: «La valentía se relaciona con superar el propio miedo; el coraje, con un resultado que trasciende lo individual». Aún confesando que ella misma no sería capaz de dejar de ver a sus hijos o renunciamientos similares, en pos del bien común, expresó la admiración por muchos de los casos que le han tocado como abogada defensora de temas relacionados con el asilo y los derechos humanos. Uno de los que más nos llamó la atención -en todo sentido- fue el caso de una niña de 6 años, víctima de tremendos abusos por parte de su familia, que había sido vendida para servir en una casa acomodada de indios en Estados Unidos, y se negaba a volver a su lugar de origen. ¿Qué sentido puede tener regresar a «tu tierra» si sólo significa terror, abandono y expulsión?

Otro caso, el de una adolescente que escondió a sus hermanos varones menores para que no fueran reclutados por la fuerza para ir a la guerra, y los vistió de mujer para cruzar las fronteras por la noche… Su verdadero coraje radica en lo que ella misma demostraba; hacer lo que hay que hacer, sin pregonar ni sentirse una heroína por ello.

El fotógrafo de guerra que corre a asistir a la víctima que cae frente a sus ojos,  el profesor universitario que elige dejar de hacer cosas que disfrutaba, y convertirse en un personaje clandestino, en defensa de un bien común, mucho mayor que su interés individual… Todos los casos -algunos con finales felices y otros no tanto- que compartió Jacqueline Bhabha hablaron sobre el coraje, y sobre la mirada que tenemos sobre él, a veces confundiéndolo con simplemente superar el miedo individual, algo más cercano a un acto de valentía, pero no necesariamente de coraje.

La sensación de una emoción profunda, compartida por los asistentes a la charla, se sintió durante toda su disertación, pero el momento que lo demostró fue el final; nadie -por primera vez en este ciclo- se animaba a hacer una pregunta. Sólo después de que el moderador -un muy acertado Pere Fabra, que aportó interesantes observaciones finales- hiciera la primera, el ambiente se distendió un poco, se aflojó el nudo colectivo que se había instalado en las gargantas y estómagos y la charla siguió su curso.

La semana que viene, Josep M. Ruiz Simón, profesor de Filosofía en la Universitat de Girona y articulista de La Vanguardia hablará de la autoestima.

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *